lunes, 26 de noviembre de 2012

FIN

¿Cómo dirigir a la pléyade de la teleserie española para que parezca una película de alumnos de escuela? En fin… (el título me suena).


¡Qué manera de mantener el suspense! Ni Shyamalan. Los peores diálogos desde que dejo la huella de mi culo en el hondón de las butacas, se dice pronto. “Carpe diem”, el decaimiento de la especie humana… Tras un rápido chispazo, la asistencia pasiva a lo forzoso. Y una pregunta en el aire, disyuntiva vital, ¿con quién te lo harías cuando las trompetas últimas...? ¿Quizá la puta, o la primera novia del instituto?

Son las 22:30 h. de un domingo… Pese a todo, la gente sabe que llegado el deceso se pararán los relojes, literalmente.

Al mejor estilo forense, toman con escrúpulo la muñeca del fiambre, entre el índice y el pulgar, levantándola, como si la mano y el antebrazo formasen una paloma muerta y apuntan: “hora del siniestro”, tal y tales minutos, según las agujas.

En Fin: un despliegue zoológico para la adaptación de una novela que no he leído.




(2012)

martes, 18 de septiembre de 2012

TODOS TENEMOS UN PLAN

"Todos tenemos un plan". Sábado noche. Invito a una amiga al cine. Delectación. "Pasillo y al fondo, por favor". Manías. En la pantalla nada mejor desde "Tú a Boston y yo a California". Premio Julio Alejandro al mejor guión para largometraje, de Ana Piterbarg. Es de imaginar que, Gerardo Herrero, avezado productor, estaba entre el jurado. Mis pensamientos más negros coinciden en un encuentro previo al fallo entre empresario y futura directora. Un dispendio: tres millones de dólares de presupuesto para una "opera prima"… Es lo que tiene leer a Simenon. Trato de borrar suspicacias absurdas de mi cabeza y de disfrutar de la proyección y de la compañía. Detalles superfluos, un montón de información biográfica de los personajes embutida en los diálogos. Sale la policía, guay, el momento el más indicado, de manual. Tal vez debí ofrecerme a comprar palomitas, qué poco detalloso. Típico interrogatorio con salpicaduras, luego nos olvidamos de la autoridad, ya hicieron su trabajo estético. El tipo al que buscan sigue fuera. Imagino a los maestros del género explorando la sutil línea que separa lo policíaco del melodrama de telenovela. ¿Y si le damos otra vuelta? Venga. No creo que sea buena idea. Pues sí, pasados de rosca. Un protagonista, ninguna motivación aparente, suplantación del hermano, quizá por codicia, o por una envidia infantil al objeto del cariño materno. ¿Acaso, un acto de misericordia, de cobardía? Conocemos del tipo que es un reputado pediatra, renuente a la adopción de un bebé, cosa que lo abocaría a la aburrida vida del hombre casado, propiciada y planeada por su señora. Y que este conflicto lo lleva a seducir a una joven, enamorada de su doble, usada como funda de su lengua, a la que hace prometer, de la noche a la mañana, una promesa de amor indisoluble. Por no hablar de alguien, a quién se le presupone un juramento hipocrático, y que tiene raptos de auténtico psicópata, envuelto en una trama caprichosa de secuestros y rencillas personales. ¿Qué tienen estos argentinos que se les va la fuerza por los diálogos? A favor: estupendas localizaciones, muy buen diseño de producción, trabajo de arte, construcción de decorados, integración de 3D, etc. El gancho: Viggo Mortensen, si no querías: dos tazas. Tengo que dar dos pequeños codazos a la butaca de al lado. "¿Qué te ha parecido?" En el fondo soy un tipo sensible, ni toda la lujuria me levanta de mi decepción cinéfila. Con las manos en los bolsillos, mirándome las puntas de las sandalias, me dejo convidar, dócilmente, a un helado.


(2012)

martes, 6 de marzo de 2012

MELANCHOLIA

El Armagedón según von Trier, con banda sonora wagneriana: Tristán e Isolda, Eros y Thánatos, Justine y Claire. Como un juego de bolos con la élite social. Siento melancolía y ya no sé de qué, que diría un romántico.

En lo visual, numerosos referentes pictóricos, que ahondan en el sentido de la muerte: Millais, Friedich, Brueghel… Melancolía es como aquel asteroide que acabó con la vida de los dinosuarios en la Tierra.

(2011)


TENIENTE CORRUPTO

Encarnación de las debilidades humanas, “Teniente corrupto” es el descenso a los infiernos de un personaje, sin posibilidades de redención. Un Harvey Keitel entregado: sus pujos y estados de frustración, dignos de los largos primeros planos, que Abel Ferrara le dedica. Dirección de arte y fotografía crean una ambientación decadente, con poca luz en interiores, apropiada para el relato. La cámara en mano añade tensión a los planos, y en el montaje se estiran los tiempos de éstos, alargando el sonido del fuera de campo. Ferrara juega con la iconografía religiosa y con los delirios del protagonista, para retratar su conflicto interno.

(1992)

LOS DUELISTAS

Primer trabajo de Ridley Scott para la pantalla grande, adaptación de la novela homónima de Joseph Conrad. Una película rebosante de testosterona, cuyo principal tema tiene que ver con el honor, y la necesidad de liberarse de la ofensa mediante la derrota del contrario en una justa a sangre y espada. Un enfrentamiento físico y psicológico de dos enemigos íntimos, opuestos, unidos por un destino común, que sondea los ocultos recovecos del alma humana. Dos soldados, en el marco de las guerras napoleónicas, víctimas del fuerte código de honor imperante, que no encuentran su razón de ser sin la presencia del adversario. Visualmente, la película es un catálogo soberbio de estampas de época: luces, paisajes y vestuarios que van desde el realismo de David, a la pintura de cámara y el tenebrismo de Goya. Una ambientación tan determinante para la película como un duelo.

 
(1977)

sábado, 11 de febrero de 2012

LE HAVRE

Cuando sea mayor quiero hacer el cine que hace Kaurismäki. Sencillo, sobrio, efectivo, melancólico, lacónico, sincrético, divertido, romántico, postmoderno, metafórico, pesimista, optimista, con presupuesto y comprometido. O sea, impasible al desaliento. “El Havre” es como un cuento, una fábula sobre la defensa de los inmigrantes. Me recuerda, por su bondad, a “La noche del Cazador”, de Laughton. Más cerca, y dentro de la filmografía de Kaurismäki, a “Nubes pasajeras” y a “El hombre sin pasado”. Aquí, el antihéroe, un limpiabotas, antes escritor (ver “La vida de bohemia”) que no ha conseguido nada en su vida, logra ayudar a un chico inmigrante ilegal a reencontrarse con su familia.

(2011)

LA NOCHE DEL CAZADOR

Basándose en la novela homónima de Davis Grubb, y pasado el ecuador de su vida, Charles Laughton se pone al otro lado de la cámara para rodar su primer y último filme: La noche del cazador.
Un cuento fascinante, con audaces logros visuales, que nos habla de la sempiterna lucha entre el bien y el mal, recordándonos aquellos otros cuentos de los hermanos Grimm: Unos niños inocentes acosados por un ogro malvado. Una reflexión sobre la protección de la infancia en un mundo corrompido por los adultos.
La atmósfera lograda por Laughton, y la fotografía en blanco y negro de Stanley Cortez, nos trae a la cabeza, en muchos momentos, a los maestros del expresionismo cinematográfico.
Emocionante la secuencia en la que los animalitos del bosque son testigos de la huida en barca de los dos hermanos, cuando aparece la silueta del reverendo a caballo, recortada a contraluz… despeja a cualquiera.

(1955 )

jueves, 2 de febrero de 2012

DE LA VIDA DE LAS MARIONETAS

 «Mi idea es que existe una maldad que no se puede explicar; una maldad virulenta y terrible que, de entre todos los  animales, sólo el ser humano la posee. Una maldad irracional y que no está sujeta a ley alguna. Cósmica, gratuita, inmotivada.  No hay nada de lo que tengan tanto miedo los hombres como de esta maldad incomprensible  e inexplicable.»
Ingmar Bergman.

Es la disección psicoanalítica de un psicópata, que sueña con matar a su esposa, y, en su lugar, asesina a una prostituta sodomizándola en acto necrófilo. “De la vida de las marionetas” es una metáfora de los impulsos incontrolables, que agitan al ser humano y lo dirigen como a un pelele. Duro varapalo al psicoanálisis por parte de Bergman en esta película, dónde expone, bien a las claras, la incapacidad de dicha disciplina para resolver los por qués de la condición humana. 
¿Por qué Peter, aparentemente sin motivo, apaga la vida de otra persona? Bergman presenta diferentes explicaciones, de las que, intencionadamente, ninguna es creíble. Una investigación policial con objeto de averiguar el móvil del crimen, dividida en grandes bloques de secuencias introducidas por un intertítulo que data, con precisión, la fecha en que transcurre la acción de la escena, tomando como punto de referencia el antes o el después de la “catástrofe”. El efecto distanciador de los carteles corre parejo a la no resolución de la trama investigadora.
El análisis final del médico es una falsedad intencionada: una cínica codificación en evasivos términos psiquiátricos de un drama sangriento. El médico ve lo que está pasando, pero deja que siga su marcha, ya que está personalmente interesado por la esposa del asesino.
Tim, el amigo homosexual de Katarina, esposa de Peter, expresa, posiblemente, la única vedad del personaje, que es la de su máscara: esa superficie exterior, elaborada para ser mentida en el espejo ante el cual se compone, y que sólo esconde la dualidad deseante del sujeto, que oscila entre la complacencia de sus propias deyecciones masoquistas (brutalidad, miedo, náusea) y un anhelo de intimidad y ternura (véase la piedad en el sueño de Peter, dónde su mujer lo protege de aquello que le atormenta). Tim insinúa que Peter es bisexual. Quizá para él la aceptación de esa sexualidad dividida, tal vez, hubiera podido ser una liberación.
La verdad del espejo es, también, la verdad de la máscara: un reflejo de lo que el sujeto quiere ser.
Del teatro de marionetas con el que Peter jugaba de niño a su conversión en marioneta rota, cortados los hilos que la mantenían en pie (véase escena final: Peter en el hospital, apoyado contra una ventana cerrada, perdido todo contacto con el exterior, incapaz de liberarse), media toda la verdad de la película que se confunde con su funcionamiento: despiadado raquis de comportamientos humanos, ajeno a la identificación emocional del espectador.
Es significativo que el asesinato de la prostituta tenga lugar en el ámbito de un peepshow, donde los clientes pueden ver, sin ser vistos, mujeres desnudas a través de un espejo de dos caras. Bergman juega también con el espectador, haciéndole ver su propio reflejo en la pantalla: el personaje del investigador, aparentemente pasivo, siempre en el contracampo, de repente aparece en pantalla en la escena del interrogatorio de Tim.
Un filme pesimista donde la felicidad solo existe en la imaginación o el sueño, y siempre es perecedera, igual que las relaciones de pareja. Numerosos referentes: Sartre, Freud, el teatro del absurdo de Becket, el cine negro, el género documental, el expresionismo alemán, etc. Bergman consigue tal elocuencia en las imágenes desnudas, sin apenas adorno, que recuerdan a Dreyer. Bergman nos muestra las bases pútridas sobre las que se asienta la sociedad, la necesidad de aparentar lo que el mundo espera de nosotros, la consunción de la institución familiar, el tedio de la vida urbana diaria, las frustraciones sexuales, amorosas y jerárquicas del matrimonio... personas vacías que sienten miedo a la vida.

(1980)
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miércoles, 25 de enero de 2012

"Estaba en medio de un rodaje cuando la motocicleta le golpeó", dijo un policía que no quiso ser identificado.

Tenía la intención de evocar la última herida de Grecia, la crisis financiera y el fracaso de su país y de Europa.

Decía el Maestro que durante su formación sentía la necesidad de que los planos durasen cada vez dos segundos más, "esos dos segundos preciosos que siguen a la acción."

domingo, 1 de enero de 2012

LA MITAD DE ÓSCAR

La mitad de Óscar es su hermana. Hasta aquí puedo leer. Me gustan las películas que economizan en el uso del lenguaje, pero que no ocultan información al espectador, no es éste el caso. Me pregunto si Martín Cuenca vería aquella Delta, de Mundruzco... Paralelismos evidentes: una historia triste, una familia que no encaja con lo que le rodea, un tabú y largos planos en silencio. La del húngaro con el Delta del Danubio de fondo, y la española con las salinas y playas de Almería. El único personaje verosímil, en ésta de Martín Cuenca, es el de un cubano haciendo de almeriense. Le falta brillo hasta en el diseño de sonido. La película no tiene música, ni la necesita, pero sus ambientes sonoros son monótonamente graves. La secuencia más destacable es la del descenso a la playa, en la que María pierde a sus acompañantes, Óscar y Jean. La enjundia del filme estaría descrita con el paisaje, el viento y ese personaje. Contando, en suma, la necesidad de libertad de la protagonista y el miedo que la atenaza. Me recuerda, algo, a aquella otra de La Dama de Shangai, en la que en lugar de bajar, suben por el acantilado, hasta que los buitres sobrevuelan sus cabezas. Gran referente. En definitiva, Martín Cuenca le da coba a una película sin ninguna progresión. Sobran diálogos de personajes pintorescos, golpes de efecto y beso final. Pero ya basta de spoilers.


 (2010)

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