miércoles, 2 de noviembre de 2011

LAWRENCE DE ARABIA

Una de las películas favoritas de Steven Spielberg, admirador de David Lean. Y un clásico del cine bélico, por antonomasia. La cinta recrea los años en que el enigmático aventurero, y militar británico, Thomas Edward Lawrence (arqueólogo fascinado por el mundo árabe, y reclutado por el servicio de inteligencia británico), pasó en Oriente Medio. Al frente de la Revuelta Árabe contra los turcos durante la Primera Guerra Mundial, el relato, cómo no, está bañado de romanticismo. El propio T. E. Lawrence en vida también fue proclive a adornar sus memorias (“Los siete pilares de la sabiduría”). Gran reparto, con Peter O`Toole como estrella en la película, que le lanzaría internacionalmente, y otros lujos interpretativos como Alec Guinness, Anthony Quinn, Omar Sharif, o José Ferrer. A pesar de todo, aquí, el auténtico protagonista es el desierto. Dudo que se pueda transmitir su belleza, su grandiosidad y su dureza de forma más nítida. Mérito de la insuperable fotografía del maestro Fredie Young. La escena en la que se nos presenta al personaje de Omar Sharif, surgiendo como un espejismo de la nada, cabalgando hacia el pozo, es soberbia. El desierto está omnipresente en cada plano: de día o de noche, en los momentos de gloria, y en los de decaimiento, en la exaltación de Lawrence, y en sus humillaciones. Su presentación es impactante, con ese corte que nos transporta desde la cerilla de Lawrence al abrasador sol, y a las infinitas dunas de Arabia. David Lean maneja la escalada de la épica con maestría, e ilustra la transformación del héroe de forma particularmente trágica.

(1962)


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