jueves, 9 de diciembre de 2010

GARY COOPER QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

Alfredo Matas buscaba un director que los tuviera bien puestos, para dirigir El crimen de Cuenca, le recomendaron a Pilar Miró, quién, a su vez, le llegaba con un proyecto para el que necesitaba productor. Dicen que fue la única vez que se vio a Pilar Miró transigir en algo. El crimen de Cuenca estuvo prohibida durante meses por las autoridades militares, y Pilar Miró sometida a múltiples presiones que estuvieron a punto de conducirla al exilio. Una vez estrenada, la película se convirtió en un éxito de taquilla. Por estas circunstancias, Gary Cooper que estás en los cielos adquirió un cariz personal para producción. Una manera de resarcir a su directora. De otra forma, esto es apreciación personal, quién sabe si un guion así, tan de mirarse el ombligo la Miró, hubiese llegado a rodarse. El filme narra la historia de una realizadora de televisión, que hace balance de su vida, antes de someterse a una delicada intervención quirúrgica. La feminidad, la emancipación de la mujer durante la transición española, su inserción en el mercado laboral, y su repercusión sobre la maternidad, en oposición al papel de la mujer durante el franquismo, son los temas centrales. Estos dos aspectos de la experiencia femenina -maternidad y trabajo- entran en conflicto cuando la protagonista acude al ginecólogo, y éste le anuncia que tiene que interrumpir su embarazo, debido a un avanzado estado de tumoración. La cámara presenta dicha situación de manera alienante, por medio de la fragmentación del cuerpo de la protagonista conforme es inspeccionada por el especialista, separando las imágenes corporales y el diagnóstico del doctor, cuyo discurso técnico contribuye a acerar un ambiente frío y gris. En el pasado del personaje, la maternidad suponía una opción que manejaba cómodamente, haciendo coincidir el aborto con el final de sus rodajes, como sarcásticamente le comenta a su jefe. De este modo, la maternidad se retrata como una opción excluyente para una mujer dedicada a su carrera profesional. Históricamente, no resulta extraña tal consideración si se tiene en cuenta la fuerte carga ideológica que el franquismo proyectó sobre la función materna, excluyendo cualquier otra vía de desarrollo de la mujer. Ante la falta de figuras femeninas positivas, cita como sus modelos los nombres de grandes directores de cine: John Ford, Howard Hawks, Alfred Hitchcock. La predominancia de modelos masculinos en su vida se pone de manifiesto al revisar las fotografías de estrellas de cine como Gary Cooper, que guarda entre los recuerdos de su adolescencia. Ella “no quiere ser menos” que los hombres a quienes admira, y sus ilusiones de dirigir su propia película se centran en la posibilidad de “que la dejen”, o de “engatusar a algún productor con su tremendo talento”.


(1981)


 

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