jueves, 9 de diciembre de 2010

LOS AMANTES DEL CÍRCULO POLAR

La vida vista como un círculo de casualidades, y, por ende, lo romántico. Qué casualidad que tu enamorado sea también tu hermanastro. Y por qué se marcha de tu lado, no sé, le habrá dado una neura. El amor cambia, luego su destino será buscarte, espéralo sentada… Así parece moverse, Médem, en los límites de la minitrama, con la agilidad de un pies planos: un romance, dos personajes, un incesto, giro casual, hacemos converger sus historias, luego las hacemos divergir, en lugar de un círculo tenemos un ocho, ¿qué pasaría si los protagonistas volvieran a estar juntos? Un autobus. Lo malo es que Médem no nos quiere mostrar las incoherencias de la vida. Más bien cavila sobre una lógica azarosa que la predetermina. Otto, tiene el mismo nombre capicúa que un piloto alemán, y se convertirá, a su vez, en piloto, y será rescatado del mismo modo que lo fue el alemán, bla, bla, bla. El destino de los personajes está marcado por el demiurgo de las casualidades, o sea su director. Esta es la paja mental de medéM, que luego explicará él mismo, más tarde, en Lucía y el sexo. Como guisar Jo qué noche de Scorsese con Romeo y Julieta: una pasta sólo digerible por los amantes de Corin Tellado.



(1998)

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